El covid-19 ha generado varios problemas a la agricultura familiar en América Latina y el Caribe. Allí la mayoría de los productores están trabajando sin equipos de protección y presentan varias limitaciones para vender sus productos; según lo refleja un estudio realizado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura – IICA-, a 29 países de la región.
Como consecuencia de la pandemia, los agricultores de América Latina y el caribe presentan dificultades a la hora de conseguir equipos de protección para implementar los protocolos sanitarios de seguridad y afectaciones en la distribución de los productos, pues las restricciones de movilidad limitan el transporte de los mismos.
Otra de las problemáticas se refleja en la disminución de conductores por temor al contagio, ya que en algunos países de la región no se cuenta con una normativa definida y adecuada que proteja la salud y bioseguridad de estos trabajadores.
El estudio realizado por IICA, también destaca las limitaciones que tiene los agricultores para acceder a créditos, ya que los gobiernos no han priorizado el apoyo financiero para la agricultura familiar.
Mario León, Coordinador del sondeo y Gerente del programa de Desarrollo Territorial y Agricultura del IICCA, señaló que esta investigación es una radiografía muy precisa del sector en medio de un contexto muy desafiante”. También resaltó que la agricultura familiar es un sector clave para el empleo agrícola, el abastecimiento de alimentos, la seguridad alimentaria y la mitigación del éxodo rural.
Menos producción y bajos ingresos
La mayoría de los agricultores consultados manifiestan que los productos que se pueden llegar a ver más afectados por la pandemia son los granos, cereales, hortalizas, frutas, raíces, tubérculos y las carnes.
Se estima que para los próximos seis meses aumente la producción de maíz, frijoles, cereales andinos, sorgo, musáceas, papa y yuca; mientras que se reducirá la de tomates, cebollas, repollo y productos acuícolas.
La encuesta refleja una creciente preocupación entre los agricultores familiares por la reducción de los consumidores en los mercados por miedo a contagiarse, sumándole a esto la pérdida de poder adquisitivo que repercute en una menor demanda de los productos.
El 84 % de las personas consultadas manifestaron que durante la crisis producida por la pandemia, algunos precios recibidos por la agricultura familiar se han mantenido estables o se han reducido.
Siete de cada diez agricultores consideran que esta disminución a la contracción de la economía, con precios más bajos y reducción en las ventas; se debe a la medida de distanciamiento social y a las restricciones de transporte, que han generado el incremento en los costos de la intermediación.
También aseguran que los agentes intermediarios han ampliado sus ganancias debido a la inestabilidad del mercado, afectando la capacidad de negociación de los productores, sobre todo en las zonas en donde es menor la organización asociativa de las familias agricultoras.
Otra de las preocupaciones es la ausencia de instrumentos que regulen los precios agrícolas por parte del Estado y la falta de incentivos gubernamentales, como apoyo a los créditos y servicios de asesoría y capacitación. El incremento en los costos de producción, las restricciones sanitarias en el funcionamiento de los mercados y la reducción de ingresos, son causas de empobrecimiento de las familias rurales.
El Director General del IICA, Manuel Otero, propone para reactivar la economía tras la pandemia, considerar la agricultura como un sector estratégico y fortalecer el desempeño de los agricultores familiares y los circuitos cortos de comercialización de alimentos, implementando buenas prácticas de seguridad e higiene, y políticas que fomenten el cooperativismo.
El IICA propone cooperación regional, construcción de políticas públicas que tengan en cuenta la agricultura familiar y los planes de contingencia y prevención, coordinados entre las distintas instituciones y con la participación de la sociedad civil.