Por: RELASER

En la extensión rural, el conocimiento cumple un rol fundamental. Este año, tuvimos el curso ‘¿Cómo aprenden los extensionistas rurales a desempeñar su función en América Latina?’ impartido por el Dr. Fernando Landini, licenciado y doctor en psicología de la Universidad de Buenos Aires, y Magíster en Desarrollo Rural de la Universidad Politécnica de Madrid, con el objetivo de que las y los participantes conozcan diferentes teorías y modelos de aprendizaje que resultan de utilidad para pensar los procesos de formación de los extensionistas.

RELASER habló con el Dr. Landini para conocer cómo nació esta iniciativa, de qué se trató y cuáles fueron sus principales hallazgos para seguir aportando y fortaleciendo los procesos de aprendizaje por y para extensionistas.

 

¿Cómo surgió la idea de crear este curso? ¿Qué necesidades se identificaron en las y los extensionistas?

Soy investigador y psicólogo, y como psicólogo me fijo mucho en el aspecto humano alrededor de las acciones. He descubierto que el aprendizaje es uno de los temas más importantes en psicología, pero el que tiene que enseñar también tiene que aprender. En los años 50s y 60s, el extensionismo era un tema más simple, pero cada vez se le pide más al extensionista, han aparecido muchas cosas, y hay tanto para saber.

Así que como investigador, me planteé la pregunta: ¿Cómo se debe enseñar a las y los extensionistas? ¿Cómo aprendían?, porque siempre se habla sobre cómo hacer, pero no sobre cómo aprender. Este curso partió de una investigación en la que hicimos 90 entrevistas a un total de 150 extensionistas en Argentina, Chile, Cuba, Guatemala, Uruguay y Ecuador, de allí identificamos las diferentes formas o estrategias por medio de las cuales los extensionistas aprenden a hacer cada día mejor su trabajo.

 

¿Cuáles fueron precisamente los hallazgos de la investigación?

Que el mayor porcentaje de las y los extensionistas no aprende cuando le enseñan, sino cuando vive y cuando hace. Necesitamos cambiar nuestro enfoque de pensar que el foco del aprendizaje de los extensionistas es ‘enseñarle’ a ‘enseñarle y ayudarle a que aprenda’, que a veces son cosas diferentes.

Identificamos que hay modos de aprender: desde el modo clásico: la universidad, las capacitaciones… Después aparecían otros ejes que no se tenían en cuenta, como la mentoría: un extensionista que hace muchos más años trabaja y sabe cómo hacerlo, y de esta forma guía a los nuevos. En casi todas las instituciones de Extensión Rural de América Latina pasa eso, pero no está formalizado. También está la experiencia, y las comunidades de prácticas, que son grupos de pares que comparten un mismo trabajo o práctica, y discuten y analizan problemas juntos, encontrando nuevas formas de resolver cosas que no podían resolver solos. Usamos diferentes teorías para pensar estos hallazgos, entender cómo se dan esas formas de aprendizaje y qué hacer para fortalecerlas.

 

¿Cómo fue el curso y las sesiones?

Tuvimos participantes de Panamá, República Dominicana, Costa Rica, Paraguay, Argentina, Chile, Colombia, México, Uruguay, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Fue un espacio con mucha diversidad, donde se compartieron nuevas experiencias. Las y los participantes se entusiasman de saber que hay alguien que hace algo tan parecido, que está tan lejos, pero se sienten tan cerca. Es una especie de fertilización cruzada: el simple hecho de compartir las experiencias, alguien las puede retomar y compartir miradas desde otros contextos. Les gusta conocer qué hacen los demás, lo encuentran enriquecedor.

 

¿Cómo era una sesión del curso?

Tenía una doble dinámica: comenzaba con alguno de los ejes de aprendizaje, con una parte teórica, explicándolos, después contaba qué me habían contado a quienes había entrevistado y después analizábamos: ¿a quién le pasa esto? ¿Qué hacen con esto? Y lo articulábamos con la propia experiencia. Mirábamos cómo podíamos fortalecer el proceso de la forma de aprendizaje con ese eje.

 

¿Cuáles fueron las conclusiones principales del curso?

La primera gran conclusión es que las y los extensionistas aprenden de varias maneras y de varias fuentes, por lo tanto, no debemos pensar solo en cómo le enseñamos a los extensionistas, sino también en cómo ayudarles a que aprendan por sí mismos. Es importante aumentar la cantidad de práctica para asimilar la teoría que reciben las y los extensionistas en situaciones concretas. Sobre las capacitaciones, que sean prácticas y reflexivas, y que incluyan temas como trabajo en grupo, género y desarrollo rural, entre otros. Necesitamos que las instituciones incluyan estrategias de capacitación a largo plazo.

Sobre las mentorías, tenemos que visibilizar su importancia para formar a extensionistas: podemos formalizarlas o apoyar a las y los jefas para que sean mentores. Por último, en las comunidades prácticas, las y los extensionistas desarrollan nuevos conocimientos y estrategias para hacer frente a sus problemas: las instituciones necesitan reconocer que aprenden intercambiando, no es una pérdida de tiempo que reflexionen y analicen, hay que aprovecharlo.

 

¿Qué se espera tras este curso?

Hay cosas que necesitan cambios estructurales mucho más complejos más allá de esta capacitación, pero los contenidos temáticos, en algunos casos, podrían llevar a las instituciones a plantearse cómo repensar las estrategias de formación internas, entender que hay otras perspectivas. Es importante ver que hay varias posibilidades que están creciendo y que se pueden diversificar, y en estos procesos, el rol de RELASER puede ser como un catalizador.