Por: Maria Paz Santibáñez A., Ing Agr MS

La última reunión anual de la red global de servicios de extensión rural (GFRAS por sus siglas en inglés), fue una gran oportunidad para reflexionar, en base a la evidencia disponible y las experiencias de los y las participantes, los requerimientos que se presentan para facilitar el ejercicio de la extensión sensible a la nutrición. Para abordar este tema, me resulta indispensable partir por la comprensión del “principio”. Desde mi perspectiva, la extensión rural se desarrolla de una manera particular dado que existe una cierta base conceptual y paradigmas que sustentan y determinan el diseño de políticas, programas y proyectos los que, a su vez, rigen la oferta y ejecución de servicios de extensión rural. Para que la extensión rural sensible a la nutrición sea posible, es fundamental un marco conceptual claro y sólidamente incorporado en aquellos tomadores de decisión que contribuirán a favorecer un entorno habilitante. Sumado a esto, los prestadores de servicios de extensión sensibles a la nutrición requieren capacidades y herramientas metodológicas que faciliten su labor.

A mi modo de ver, la sostenibilidad es un gran punto de “inicio”, siendo un concepto amplio e integral, que invita a considerar, al menos, las dimensiones ambiental, económica y social, y que es posible aplicar en diversos ámbitos. Este concepto ayuda a comprender la complejidad con la que día a día se enfrentan las iniciativas de extensión rural, donde se busca contribuir a la calidad de vida y el bienestar de las personas.

Con ese precepto, ineludiblemente, extensionistas a lo largo del mundo se han enfrentado a realidades en que la nutrición y la seguridad alimentaria de las personas son las necesidades más urgentes por resolver. Frente a dicha realidad, se comprende que no sólo se requiere que la actividad productiva sea sostenible, sino que además los alimentos deben llegar a la mesa de las personas. Conceptualmente, esto corresponde a un enfoque de sistema alimentario sostenible, lo cual incorporado a políticas, programas y proyectos permitiría abordar de manera más efectiva la nutrición y la seguridad alimentaria de las personas.

Conforme a lo anterior, ¿qué es la extensión sensible a la nutrición? La extensión sensible a la nutrición busca, bajo una visión desde la sostenibilidad, promover la producción, transformación, distribución y el consumo de alimentos diversos y nutritivos, que son accesibles, tiene disponibilidad adecuada, son inocuos, son convenientes y son pertinentes culturalmente. En consecuencia, los servicios de extensión rural sensibles a la nutrición involucran acciones que promueven la sostenibilidad de los sistemas alimentarios a nivel territorial, en consideración de la situación nutricional de la población objetivo y planificando según dicho estado.

Incorporada esta base conceptual y asegurado un entorno habilitante, la ejecución de estos servicios de extensión requiere de capacidades y herramientas metodológicas adicionales. Las capacidades relevantes son individuales, pero sobre todo organizacionales. Considerando el enfoque de sistema alimentario sostenible, es evidente que la vinculación con diversos actores es fundamental para mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria de una población.

De este modo, es necesario que los y las extensionistas desarrollen habilidades y conocimientos esenciales en torno a aspectos de nutrición, tales como el diagnóstico rápido del estado nutricional de un grupo de personas, tipos de nutrientes disponibles en los alimentos producidos, dietas culturalmente apropiadas, y procesos de transformación y preservación de alimentos que no mermen significativamente el contenido nutricional de los alimentos. A su vez, es fundamental que los prestadores de servicios de extensión sean capaces de mantener vínculos permanentes y de colaboración efectiva con otros y otras que inciden en los sistemas alimentarios. Es necesario que a nivel organizacional se incorpore y fortalezca este enfoque, se identifique a aquellos actores claves dentro de un sistema alimentario en particular y que dicha información se mantenga actualizada respondiendo a la característica dinámica de dichos sistemas, y que se mantengan protocolos de acción para el desarrollo y fortalecimiento de vínculos de colaboración con instituciones de sectores relevantes (educación, salud, vialidad, etc.).

Finalmente, las herramientas metodológicas pueden ser claves para el proceso de extensión. Facilitan el análisis de una realidad inherentemente compleja, favorecen la perspectiva de análisis multidimensional y la identificación de posibles soluciones “desde la raíz”, y contribuyen a llevar a cabo el proceso de manera inclusiva y participativa, facilitando el diálogo de saberes y asegurando un seguimiento y evaluación de resultados. Existen numerosas herramientas metodológicas que pueden adaptarse para trabajar desde un enfoque de sistema alimentario y detectar necesidades. Por ejemplo, el calendario estacional es una herramienta visual que permitiría analizar la disponibilidad de alimentos, considerando momento de consecha y vida útil actual, tiempos requeridos para procesamiento si hubiese, periodos de mayor o menor consumo y demanda asociados a disponibilidad y eventos culturales, entre otros.

Por otro lado, requerimos herramientas metodológicas aún por desarrollar y disponibilizar a organizaciones y extensionistas. Por ejemplo:

  • Un diagnóstico nutricional rápido, que permita a extensionistas elaborar una aproximación al estado nutricional de una persona o grupo de personas en base a la observación visual de aspectos relevantes y consulta de hábitos claves.
  • Una herramienta para el análisis de soluciones técnicas/tecnológicas con enfoque de sistema alimentario, que facilite ampliar la mirada más allá de la producción y rendimiento, y aborde aspectos importantes como el contenido nutricional, la vida útil, la conveniencia para el consumidor, entre otros.
  • Una herramienta para el análisis rápido de preferencias de consumo, que permita abordar costumbres y creencias de la población, asequibilidad, aspecto y sabor del alimento, entre otros.
  • Un conjunto de indicadores de nutrición y seguridad alimentaria pertinentes al contexto y factibles de evaluar a escala local por el o la extensionista.

Ciertamente, hay bastante por contribuir ya sea conceptualmente, en desarrollo de capacidades individuales y organizacionales, o metodológicamente para la integración de la nutrición en la extensión rural.  No obstante, es definitivo que la extensión rural ofrece una oportunidad grandiosa de contribuir al logro de sistemas alimentarios sostenibles que nos permitan enfrentar desafíos en el ámbito de la nutrición y la seguridad alimentaria de las personas.