El pasado 6 de febrero se llevó a cabo un encuentro virtual interregional del Proyecto AERAS, que reunió a expertos, extensionistas y agricultores de Ecuador y Uganda con vistas a intercambiar conocimientos y experiencias agroecológicas.
El Proyecto AERAS, parte del "Programa Global para Productores de Agroecología a Pequeña Escala y Transformación de Sistemas Alimentarios Sostenibles" (GP-SAEP), es una iniciativa implementada por el Foro Global para Servicios de Asesoramiento Rural (GFRAS) en colaboración con el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y las redes subregionales AFAS en Africa y RELASER en América Latina. Este programa, financiado por la Unión Europea y la Cooperación Belga al Desarrollo, busca abordar las barreras clave para la escalabilidad de la agroecología y facilitar la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles para pequeños productores en África, América Latina y el Caribe.
Esta iniciativa se enfoca en empoderar a los pequeños agricultores mediante la capacitación en prácticas agroecológicas sostenibles y resilientes, con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria y nutricional. En América Latina se implementa en Ecuador y Costa Rica, y en África, está presente en Madagascar y Uganda. Busca fortalecer los Servicios de Asesoramiento Rural (SAR) para la transición agroecológica de las y los productores a través de metodologías participativas, promoviendo la cocreación de conocimientos entre agricultores y extensionistas. Esto permite a los pequeños productores innovar, adaptando prácticas agroecológicas aterrizadas a sus contextos ecológicos y culturales, mejorando su resiliencia ante desafíos climáticos, ambientales y socioeconómicos.
Reflexión y aprendizaje colaborativo
En el caso de América Latina, María Paz Santibáñez, Coordinadora Regional del Proyecto AERAS, enfatizó la relevancia del aprendizaje colectivo y la cooperación entre países. Durante el evento, se presentaron los avances en la implementación del proyecto y el escalamiento de las prácticas agroecológicas en Ecuador y Uganda, abriendo espacios para la retroalimentación y la construcción de soluciones a problemáticas comunes.
Los investigadores Diego Peña Herrera y Fernando Méndez presentaron avances en la implementación de prácticas agroecológicas en la Región de Sierra Centro y en zonas arroceras de Santa Lucía en el litoral de Ecuador.
El investigador Diego Peña Herrera destacó la recuperación de la biodiversidad de la papa. En articulación con la Universidad Central de Ecuador, se han identificado más de 450 variedades, aunque solo una de ellas sea comúnmente conocida. Entre los principales desafíos abordados, se destacó la degradación del suelo y la pérdida de microorganismos benéficos, lo que ha reducido hasta en un 50% la productividad del cultivo de papa.
El equipo ecuatoriano resaltó el uso de herramientas de evaluación agroecológica adaptadas del modelo de Miguel Altieri, así como la implementación de parcelas demostrativas y la capacitación de agricultores en el uso de microorganismos benéficos como Bacillus thuringiensis y Bacillus licheniformis. Además, se presentó la metodología de evaluación rápida de sostenibilidad agroecológica basada en el sistema de diagramas "ameba" para visualizar la calidad del suelo y la salud del cultivo. Se implementaron talleres en línea y presenciales para la capacitación de técnicos y agricultores en la mejora de la salud del suelo y el manejo de plagas en cultivos de papa.
La multiplicación de semillas ecológicas, una iniciativa clave en Ecuador, ha permitido la capacitación de productores en la diversificación de semillas adaptadas a condiciones locales, evitando el uso de semillas modificadas genéticamente. También se destacó la adopción de técnicas de agricultura regenerativa, tales como la incorporación de residuos de cultivos para mejorar la fertilidad del suelo y reducir la dependencia de agroquímicos.
Agricultura sostenible en el cultivo de arroz
En el evento también se resaltaron las estrategias implementadas en la producción sostenible de arroz en Ecuador, en colaboración con la Corporación Nacional de Organizaciones de Productores Arroceros (CORPNOARROZ) y el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIAP). El investigador Fernando Méndez, expuso prácticas clave como la siembra directa y la labranza cero, que permiten conservar la humedad del suelo y mejorar su estructura. Además, se destacó la reducción del uso de insumos químicos y la producción de granos libres de metales pesados, garantizando la seguridad alimentaria y la resiliencia ambiental.
El Sistema de Intensificación del Arroz (SRI) fue otro punto clave, destacándose como una metodología que optimiza la producción reduciendo el uso de agua y mejorando el rendimiento de los cultivos. Se enfatizó en la importancia de utilizar semillas certificadas para mejorar la germinación y sanidad del cultivo, así como el aprovechamiento del agua de lluvia y el nivelado del terreno para reducir la pérdida de nutrientes.
Las buenas prácticas presentadas conllevan a la reducción de costos de producción, al minimizar el uso de insumos externos y promover el reciclaje de nutrientes dentro del sistema agrícola. Estas acciones han demostrado mejorar la salud del suelo y fortalecer la resiliencia de los agricultores frente a variabilidades climáticas.
Al reducir el uso de fertilizantes sintéticos se minimizan los impactos negativos en el medio ambiente, como la contaminación del agua y la degradación del suelo y esto ha sido gracias a los microorganismos que se incorporaron.
Además, el fortalecer la microbioma del suelo trae múltiples beneficios:
- Mejor absorción de nutrientes: Un suelo con una microbioma rica ayuda a las plantas a captar de manera más eficiente los minerales esenciales.
- Aumento de la resiliencia: Los cultivos pueden resistir mejor las plagas, enfermedades y el estrés abiótico como la sequía.
- Promoción de la salud a largo plazo del suelo: Esto asegura una mayor productividad y sostenibilidad en futuras temporadas.
Ya que el trabajo en campo se enfoca esencialmente y específicamente en la salud del suelo, aumentar y fortalecer la microbioma, que es uno de los principales complementos, ha llevado a tener éxito en los ciclos de producción.
Ambas experiencias presentadas marcan las pautas para el abordaje de una producción sostenible y amigable con el ambiente desde dos puntos de vista diferentes, la academia en el primer caso y la gremial de productores en el segundo, lo cual reafirma la multidisciplinariedad e integralidad de la agroecología en la región.
Uganda: Agroecología y resiliencia climática
El equipo de Uganda presentó su experiencia en la implementación del proyecto AERAS retomando la agroecología como estrategia de adaptación al cambio climático. La capacitación de agricultores en el uso de biofertilizantes y tecnologías como la mosca soldado negra para el manejo de residuos orgánicos fue una de las estrategias clave mencionadas. También se destacó el trabajo con jóvenes en comunidades agrícolas, con un 90% de participación juvenil en la formación de nuevas prácticas agroecológicas.
El intercambio de conocimientos entre los equipos de Ecuador y Uganda reflejó el compromiso por construir sistemas agrícolas más sostenibles y resilientes. A través de la formación de agricultores, la validación de tecnologías en parcelas demostrativas y el fortalecimiento de redes de colaboración internacional, el Proyecto AERAS se consolida como una plataforma clave para la promoción de la agroecología en distintas regiones del mundo.
Próximos pasos y continuidad del proyecto
La próxima sesión de trabajo se llevará a cabo el 6 de marzo, donde se espera continuar con la construcción de estrategias conjuntas para la mejora de la producción agroecológica a nivel global. La colaboración con instituciones académicas, ONGs y organizaciones internacionales seguirá siendo un pilar fundamental para garantizar la sostenibilidad y escalabilidad de estas iniciativas.
Este evento reafirmó la importancia del extensionismo rural y la cooperación en la construcción de sistemas agroalimentarios más sostenibles, destacando el papel crucial de los agricultores, investigadores y facilitadores en la transformación del sector agroecológico.