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Por: RELASER

La extensión rural cumple un rol fundamental al hablar de innovación en el campo, pero para lograrlo, no se puede buscar resultados distintos haciendo lo mismo, por lo cual se requiere pensar en nuevos modelos que generen capacidades y conocimientos, y en los cuales las y los agricultores sean actores centrales. Esta fue una de las principales conclusiones del II Encuentro de Experiencias Exitosas de Extensión Rural en América Latina y el Caribe ‘El Campo Innova’, organizado por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia (MADR), y que tuvo lugar el pasado 30 de junio de 2022. 

El conversatorio reunió a expertas y expertos internacionales que compartieron sus experiencias de éxito desde distintos países de América, intercambiando aprendizajes que pueden replicarse a otros países y en otras situaciones. En este proceso, la extensión rural es fundamental, según introdujo Angelo Quintero, representante del MADR, quien afirmó que en Colombia “nos dimos cuenta de que la extensión rural permitía más herramientas, más conocimientos al extensionista para poder llevar esa información y transferirla al territorio nacional. En el país se viene implementando desde 2017”, dijo.

Pero para poder implementar modelos innovadores, es necesario hacer una transición del modelo tradicional de extensión agrícola a un modelo ‘participatorio’, como concluyó la Dra. Brenda Ortiz, ingeniera agrícola y profesora de la Auburn University, quien dijo que estamos habituados a un modelo en el que las y los investigadores son quienes transmiten el conocimiento a los productores. En este modelo participatorio, sin embargo, el objetivo es que el agricultor pase de ser un agente pasivo a un agente activo de este proceso. Esto quiere decir, que se conozcan y se reconozcan sus capacidades, sus dificultades y necesidades para desarrollar programas y soluciones realmente efectivas. 

Este nuevo modelo responde también a la coyuntura actual: no solo es una práctica más amigable con el agricultor, también es una práctica que piensa en el planeta. Mientras que el modelo tradicional está enfocado en generar productividad y competitividad, este nuevo modelo sigue buscando estos objetivos sin afectar el entorno, por lo cual tiene un fuerte enfoque en la sostenibilidad social y en el manejo ambiental.

Tener en el centro del modelo al agricultor significa conocerles lo suficiente para poder adaptarse y responder a lo que realmente requieren, es un ejercicio que se construye conjuntamente: “No podemos seguir pensando que una tecnología o un método puede ser transferido a otro sitio. Todo ha sido desarrollado con ellos y por ellos y es más importante identificar qué es lo que no sabemos, qué es lo que ellos saben, cómo manejan el campo, cuáles son sus estrategias, necesidades y soluciones para desarrollar alternativas en conjunto que creamos que pueden ser apropiadas”, concluyó la Dra. Ortiz.

Esto se sustenta en algunos casos de éxito que se han venido trabajando con productores y productoras en Alabama, en Estados Unidos, y con el cual se acudió a herramientas diferentes e innovadoras para que las y los investigadores les conocieran mejor, pero también para que las y los productores se conocieran mejor entre ellos mismos. 

Por ejemplo, se diseñó un juego donde se presentó un escenario real de distribución de las lluvias para tratar de identificar sus conocimientos sobre programación de riego y así recoger datos. También se les transfiere conocimientos a través de Facebook, donde se crearon grupos focales para compartir experiencias y generar encuestas. Asimismo, implementaron el uso de mensajes de texto, con los cuales se les daban recomendaciones de prácticas sostenibles, o se les daba información sobre otras tecnologías, como las apps de programación de riego. El resultado: mayor involucramiento y empoderamiento por parte de las y los productores, que a su vez repercute en mejores prácticas. 

En este proceso, un factor es fundamental: promover el trabajo en equipo, para que las y los productores puedan compartir sus experiencias y conocer qué funciona y qué no. Así lo resumió el Dr. Daniel Jiménez, científico senior de la Alianza de Bioversity International y el CIAT: “Debemos diseñar programas más sólidos para adoptar prácticas más óptimas. Los productores deben estar asociados en grupos porque esto fortalece los vínculos. Eso que hacen bien, pueden copiarlo”, resumió. También recalcó la importancia de la implementación de modelos de extensión rural como una forma de aumentar la productividad del campo: está comprobado que genera de un 30 a un 40 por ciento de incremento en rendimientos, y de un 20 a un 25% de incrementos en los ingresos.

Por último, el Dr. Jelle Van Loon, representante de las Américas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), presentó un caso de éxito en México, donde se implementaron los ‘hubs’: espacios delimitados con condiciones agroecológicas similares, donde se promueven procesos de innovación y capacitación de manera participativa con las y los productores, para escalar soluciones sostenibles.

La conclusión: se debe seguir propiciando espacios de fortalecimiento de la extensión rural, conociendo herramientas tecnológicas, pero también metodologías innovadoras para que las y los productores, y el campo, avancen. 

Para ver la grabación completa del evento, haga clic aquí: https://youtu.be/jJFjEh29Wvk

#ElCampoInnova